KaiowaS
45 nativos prefirieron quitarse la vida antes que ver cómo los blancos destruían su tierra.
El método elegido: el ahorcamiento en una viga o en una de las ramas más bajas de un árbol.
Para los kaiowas, tiene que ser así, porque el suicidio es un acto de voluntad. Cuanto más baja es la rama, más voluntad y entereza se requiere. El suicidio ocurre de rodillas y en vez de un acto instantáneo, se convierte en una horrible ceremonia lenta y llena de agonía.
La pobreza, el hambre, las enfermedades y la desesperación tienen enfermo a este pueblo guaraní, de 25.000 personas, que vive hacinado en reservas del Estado brasileño, en el suroccidente del país. Expulsados por los hacendados de las tierras que ocuparon durante siglos, no les ha quedado otra alternativa que trabajar en las plantaciones de caña en manos de los grandes terratenientes a cambio de unos sueldos de hambre.
Sin espacio vital, sin perspectivas de futuro y con su ancestral cultura corrompida por el contacto con el hombre blanco.